Hace muchos… muchísimos años, entre nuestros antepasados vivieron antiguos maestros astrólogos en la región de Mesopotamia, Babilonia -el actual Irak-, estudiaban el firmamento extrayendo conclusiones que aplicaban para configurar las estrategias políticas de los gobernantes a los que servían. El Sagrado Arte estaba entonces al servicio de lo que fundamentalmente llamamos hoy Astrología Mundial, que estudia la situación astrológica de los países y los sucesos globales. Sin duda, además de estas aplicaciones geo-estratégicas, los refinados artistas de la astrología babilónica desde sus elevados zigurats, comprendían la coherencia estelar que desciende sobre nuestras almas relacionando todo lo que conocemos y también mucho de lo que desconocemos.
En el siglo XXI seguimos asombrándonos de la exactitud de las descripciones que relatan los horóscopos. Nos adentramos con fascinación en la lectura de las cartas astrales para comprender cuales son nuestros condicionamientos, los caminos recorridos y los que aún nos esperan impacientes, detectar nuestros dones y ponernos en marcha en el fascinante viaje del auto-descubrimiento y la transformación.
En la astrología que empleamos confluyen los conocimientos legados por los pueblos más antiguos y sabios de la humanidad, con las experiencias enriquecedoras de la psico-astrología contemporánea.
